© Carmela Rufanges – COMENTAR en ‘entradas recientes’ o ‘archivos’
Caminar lo inmenso es una cuestión imaginativa en combinación con un cuerpo armónico.
Descubrir el contraste de la estación de la floración, mezclada con viento helado, es un estallido de emociones
Poder transformar las montañas en escalones sin domar y transmutar la vegetación mediterránea en glóbulos verdes que traspasan tus venas, hasta instalar su esencia en el corazón de los paridos en esta tierra, es una vivencia aterradoramente bella.
Vencedora en cada gemido y absorta en cada horizonte. Así lo vivo y así me alimento de ello. Un banco de sensaciones en el que invierto suspiros de incertidumbre y me devuelve indestructible ímpetu sin intereses.
Pensándolo bien, nada es tan complicado, quizá no sea necesario reinventar paisajes para viajar por nuestra realidad, quizá y solo quizá, tan solo necesitemos un trocito acogedor sobre el que afianzar un abrazo sincero.
Así de simple, así de complejo.