REMOTAMENTE ES JAMÁS

© Carmela Rufanges – COMENTAR en ‘entradas recientes’ o ‘archivos’

Si algo nos enseña la existencia y la subsistencia, es que sucumbir a las sombras es patrimonio de tenues luces, a las que solo absolvemos porque intuimos que los que carecen de brillo son poseedores de perspicacias limitadas.

Cuando la proximidad despierta la pasión, la atracción y la convulsión de la piel, nos convertimos en prodigiosos histriones protagonistas de una sensualidad desatada de ternura y amor.

¡Amor!…Ese sentimiento tan abstracto como sublime. Sentimiento profundo y poderoso, que debe gritarse con tácita y meditada discreción por su extrema fragilidad. Cuando la proximidad se torna deliciosamente opresiva y se transforma en deseo, hay una fusión explosiva de fluidos cerebrales tan incontrolable como terrenal. Las manos, el cuerpo y el alma se funden en una inhalación profunda, mientras se entrelaza lo tangible con lo subjetivo.

Lo acreditado con sesudos estudios es insustancial comparado con la intensidad del sentimiento humano, es tan solo un recurso estilístico que nos enseña con tenaz empeño, que remotamente no es jamás, es tan solo una posibilidad.

NOVELA EN PROYECTO, comienza así…

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Recuerdo perfectamente a los pequeños Gala y a Mario bajo la lluvia, apretados y emocionados, asidos a la barra central de aquel gran paraguas rojo brillante con dos varillas dobladas, que tan oportunamente habían encontrado entre los arbustos, para guarecerse de aquella inesperada lluvia primaveral. Era una imagen de una plasticidad visual abrumadora.

Recuerdo también la revitalizante lluvia precipitándose sobre mi cara. El fuerte olor a tierra mojada hacía que mis sentidos buceasen en recuerdos felices de infancia casi olvidados. Una invitación a inspirar profundamente y empaparme de todo aquel aroma evocador, renovador, apacible y tranquilizador.

Las gotas resbalaban por el paraguas que habían rescatado los niños, formando pequeños riachuelos plateados sobre aquel rojo brillante que destacaba con descaro sobre el espeso lienzo grisáceo que el cielo regalaba de fondo, haciendo que ese contraste de belleza natural, a ojos de un fotógrafo, mis ojos, resultase algo sublime.

Me alejé unos pasos para aglutinar con mi cámara toda la perfección de la naturaleza, con las sonrientes caritas de mis sobrinos y la inocencia traviesa que les conferían las pecas de sus naricitas y la falta de algunos dientes de leche.

A su espalda, en el gran lago, sobresalían los restos de la casa sumergida, nombre con el que era conocido por los alrededores el misterioso palacete con idiosincrasia propia, que formaba parte de aquel paisaje abrupto y desconcertantemente idílico.

Aunque llevaba un tiempo fuera del valle donde había crecido, fotografiando animales al borde de la extinción por todo el mundo para una importante revista de reportajes, recordaba perfectamente que los más mayores del lugar contaban historias sobre aquella peculiar mansión, que perteneció a un matrimonio de extravagantes científicos, cuyos dos hijos pequeños desaparecieron sin dejar rastro una mañana…Y 138 páginas más…………………………….sigo!

EL RELOJ

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El tiempo nos enseña que casi nadie es lo que parece, y aunque todos pensamos que nuestro radar se encarga de ponernos en alerta ante los embaucadores… ¡fallo, queridos!…y es que de inocencia también vivimos y además nos encanta.

La mejor defensa de los que destapamos nuestra diana de la vulnerabilidad por convicción, siempre ha sido el cuerpo a cuerpo. Especialistas en destruir biseles escabrosos, erigiéndonos en  feroces protectores de los ingenuos de buen corazón.

Los inexorables minutos no nos restan latidos ni respiración, al contrario, nos suman instantes y vida en cada uno de ellos. Nada puede reconciliarnos mejor con el paso del tiempo que fundirnos en la natural belleza de su inexorable movimiento, asumiendo como compensación, la inevitable venganza personal de disfrutar cada uno de los segundos que nos cede el universo, como un bonito reto sin el cual los días se harían eternos.

Nos resulta delicioso batirnos en duelo cada día con su inexorable tic tac y una vez vencido, programar el despertador de vivencias para que suene con alegre decisión, regalándonos un nuevo día repleto de oportunidades.

Vivir muriendo no es triste, es el incentivo más ilusionantemente, imprescindible y valioso del ser humano. La anhelante lucha diaria por la superación nos hace evolutivos y perfectos en nuestra indudable imperfección,

Que nadie es lo que parece es una incontestable realidad. La lírica está en decadencia y los que la ejercemos desde siempre vamos encajando la prosa salvaje como podemos y eso empieza a asustarnos. ¿O no?…¡Pues claro que no!

YOGA

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No postergo lo importante ni un solo día, es mi naturaleza escorpiana. Analizo y decido con incisiva precisión cada movimiento…. ¿Pero a quién pretendo engañar?, yo soy sentimiento y emotividad. Abanderada de imposibles y voz de los justos que sufren la exclusión de la potente arma de esa fingida condescendencia perpetrada por los poderosos de bolsillo, que se creen con la potestad de decidir por futuros muertos que nunca son los suyos.

Es verdad que la vida te proyecta hacia caminos impensables y a mí me ha invitado a entrar en ese sánscrito que significa ‘unión’,  esa unión que nos transmite con infinita paciencia y tranquilizadora voz nuestro altruista y cercano profesor de yoga, Antonio Buchó.

De su mano hemos descubierto un yoga repleto de sensaciones, tierno y permisivo con el cuerpo, un cuerpo que en mi caso está tan acostumbrado a ser un envase humano de disciplina y de superación basada en el sufrimiento, que esa nueva perspectiva me descoloca y me hace viajar a lo más recóndito del inconsciente, de ese inconsciente que imagino repleto de diminutos cajones, con tiradores incrustados y perfectamente mimetizados con la decoración de mi desarrollado sistema límbico.

Respirar incienso, percibir, parar, escuchar y pensar es mágico. Me embauca la oportunidad de elegir sin renunciar, una herramienta tan poderosa que solo los seres humanos somos capaces de administrar.

Recrearse en cada asana y escuchar los latidos del corazón fusionándose en armonía con la respiración, es un regalo para el cuerpo y la mente.

Necesito pensar que la testarudez por hacer cosas que “produzcan” es una elección aprendida. Quizá se trate de disfrutar y sentir más las pequeñas cosas, por poco versado y útil que parezca.

Y para darle una oportunidad a este principio, que es tan maleable y transformador como tu quieras, concluyo que conocerse a uno mismo quizás es algo lento y lleno de claroscuros, pero empiezo a pensar que es tan necesariamente imprescindible como respirar.

Con toda la extensión, y siendo consciente de que este saludo solo debe hacerse desde la autenticidad, con la intención de crear un vínculo genuino entre las personas, más allá de intereses, expectativas y roles sociales…

Namasté

LA PUERTA

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Las puertas y los arboles siempre han sido una inspiración para mi. Los dibujo y los escribo por necesidad creativa, sin esperar compensación…por puro placer. Una estupidez más parecida a un TOC que a un requisito existencial, ¿pero quien soy yo para juzgarme?

Las posibilidades que desprenden las puertas cerradas son infinitas. En mi mente proponen un cambalache de artesanía con perpetuas maneras de interpretación, de desarrollo. Imaginación con picaporte a la espera de que el universo se alinee y me conceda permiso para traspasarlas.

Soy de lengua sincera, mirada intensa, piernas inquietas y labios acostumbrados a besar lo que más quiero.

No puedo dejar mi mente en paz, porque mi paz depende de la dinámica del movimiento. Me gustaría superar lo novelesco y arrebatado de mis acciones, pero no puedo evitar que este comportamiento me defina, es más, me crea una silueta imaginaria de un metal noble a prueba de injusticias, que yo me encargo de reforzar día a día, momento a momento, decepción a decepción, reconciliación a reconciliación.

Me cuestiono y me quiero a partes iguales, pero siempre conmigo. Superarme, reírme de mí misma y darme el SI QUIERO delante y detrás de cada puerta me proporciona felicidad.

Que nadie espere que el tejido vivo de mi vena aorta se detenga por los rodillazos de la vida. Que no esperen que huya, que no esperen que huyamos,

Estamos presentes, más repletos de presencia que nunca.

AGUJERO «IN» finito

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Todos los días vivimos situaciones brillantes que nos pasan desapercibidas, porque preferimos obviar a aceptar, haciendo «IN»visible el talento de los olvidados.

Obcecados lo intentan una y otra vez hasta sucumbir a la afilada evidencia de que la simbólica flecha azucarada que nos venden, se transforma en el hacha de un cupido con mala salud y mofletes huesudos, con el único objetivo de destruir autoestimas. Este plan está abocado al fracaso conmigo, contigo. Hay que ignorarlo con desprecio y continuar con la gran sonrisa que provoca una explosión de película a tus espaldas, un estallido regenerador que destruye la causa y la convierte en oportunidad.

 Y ahí están, aquí estamos, humanos con género, no importa cual, generalmente generosos, dispuestos a seguir luchando por un sueño, rompiendo barreras para erradicar de las palabras el prefijo negativo “IN” y hacer la mágica conversión, …justicia, …decencia…fidelidad, y la más importante…felicidad.

F”IN”

FLAVIA y la realidad de sus AUSENTES

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¿Que puedo contar de Flavia?, novela repleta de contradictorias emociones y de amor incondicional. Dedicada a mi madre, nada menos, nada más.

La ausencia más dañina es la que está presente en cada uno de los pequeños cajones que conforman la complejidad de nuestro juicio. El recorrido por la vida de Flavia Marillach es una gran fantasía, acompañada de un realismo tan demoledor que consigue cogernos de la mano con firme suavidad, adentrándonos en la cotidianidad de una niña que crece junto a nosotros y que en cada uno de los renglones nos transmite sus esforzados intentos por sobrevivir a ella misma con perseverancia y firmeza. Una historia impregnada de sentimientos, ensoñaciones, naturalidad, crudeza y belleza emocional. Un mullido espejismo que nos sumergirá en el delicado equilibrio entre la felicidad y la tragedia.

MENBUKAN

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Menbukan fue mi primogénita. Olvidada y retomada tantas veces, que sus personajes estoy segura me guardan ese rencor de fingido desamor con el que te mira un ser querido cuando lo descuidas. Lo que no saben es que cuando me marcho apesadumbrada, les veo por el rabillo del ojo sonreírme con ternura y comprensión infinita.

Annita Freires, la protagonista, es la depositaria de una historia que no quiere ser contada, una incógnita que fusiona la fantasía con la posibilidad. Una trama de inocencia cotidiana, que avanza paso a paso hacia un camino lleno de supuestos y de seres utópicos de inagotables poderes por descubrir. El Menbukan es solo un símbolo en el que Farzana, la hija de Annita descubre su pasado, un pasado que la proyecta a un futuro inesperado, plagado de traiciones, amor, surrealismo y descubrimientos, que he intentado plasmar con una cuidada descripción de cada detalle. Una historia con un final, que abre un amplio abanico de principios.